miércoles, 24 de junio de 2020

Los doce trabajos de Hércules en la postpandemia



Cuenta la leyenda que, luego matar a su esposa y a sus hijos en un ataque de locura, la necesidad de redimirse llevó a Hércules a consultar al oráculo de Delfos. Allí le fue indicado que debía llevar a cabo los trabajos que le indicara Euristeo, quien, por cierto, usurpaba su trono. Doce labores titánicas fueron resueltas así, una tras otra, por Hércules, con extremo esfuerzo.
No muy distinta parece la labor que les espera a los gobernantes y a las sociedades luego de la loca pandemia que nos asuela, aunque ni el impacto diferencial en los distintos grupos, ni los problemas específicos de cada país permiten elaborar agendas conjuntas.
En esos debates, un oráculo de la revista francesa Alternatives Economiques, Céline Mouzon, plantea que la crisis viral sirve de banco de prueba para ocho soluciones a grandes problemas contemporáneos. Lo interesante del artículo es que juega a la vez con los daños causados por el Covid-19, pero sin perder de vista que éstos se engarzan con problemas en muchos casos preexistentes. Además, las improvisadas medidas para moderar el impacto del Covid imponen algunos cambios que están lejos de ser transitorios.
Varios de los ensayos resultan de particular interés, pues abren debates largamente postergados en la economía y en la sociedad de Argentina, dominada desde hace tiempo por un discurso neoliberal que impregna el sentido común e ipide avanzar en la búsqueda de soluciones de fondo. Es que el discurso resulta siempre una herramienta fundamental para construir poder y sentido común. Y el discurso y sus canales ha sido dominado por muy pocos en las últimas cinco décadas.
Desgranemos entonces algunos problemas enunciados por la delfina y tamicémolos por nuestra propia realidad. La idea de esta nota es abrir algunos debates, no plantear soluciones. Pues precísamente ese es el desafío el que Argentina de las últimas décadas más se debe.


1. El citado artículo comienza instando a reestablecer el impuesto solidario sobre la riqueza. Leído desde Argentina, dos hercúleos problemas se desprenden de tal propuesta. El primero, común a buena parte del orbe, es la reflexión sobre quién asumirá a largo plazo los costos sociales de las medidas adoptadas. ¿Seguirán ajustándose los salarios, como ocurre casi sistemáticamente desde los años 70? ¿O ha llegado el momento de que el 1% de la población que concentra el 50% de la riqueza, que ha incrementado sin parar su fortuna desde aquél momento y que rara vez tributa a la par del 99% restante sea, por una vez, llamado a caja?
Para Argentina, un gran debate obturado de las últimas décadas es el de una profunda reforma tributaria cuya base de sustentación sea la riqueza. Porque, seamos claros, se habla siempre de la pobreza, pero ésta es sólo la contracara de la riqueza. No discutamos entonces sólo como operar sobre uno de los polos de la relación, sino sobre el conjunto del problema. Por una vez, tematicemos también la riqueza.

2. El artículo prosigue con la necesidad de condonar las deudas. Los estados nacionales y los organismos multinacionales como el Banco Central Europeo afrontaron el desafío eliminando los topes al endeudamiento. El dilema de los próximos años en Europa es un torniquete de austeridad para que la población “devuelva” rápidamente la ayuda o reestructurar las deudas con mecanismos de condonación que impidan volver a caer en la depresión.
Para Argentina, la reestructuración de la deuda es capital. Pero la deuda no es sólo del Estado. ¿Que hacer con la deuda privada al Estado? ¿Que hacer cuando Vicentín le debe Fortunas al Banco Nación, le debe a los productores que le proveen la soja, le debe una declaración de impuestos verídica a la AFIP y le debe salarios y condiciones de trabajo dignas a sus empleados? Esas deudas deben ser honradas, aunque a las elites eso les cueste un fuga de capitales!

3. El viejo helicóptero de Friedman, esa máquina que hacía llover dinero, fue puesto en funcionamiento masivamente en todo el mundo. Lo curioso es que, lejos estuvo de provocar un colapso hiperinflacionario. Por el contrario, buena parte del mundo sigue luchando contra tendencias depresivas y deflacionarias, a pesar del incremento en la cantidad de dinero.
Pero el incremento de la masa monetaria abre la discusión de problemas muy caros a la Argentina: la forma de distribuir ese dinero, la estructura del mercado financiero, la dolarización/pesificación de la economía local y los mecanismos de generación y transmisión de la inflación, más allá de la cantidad de moneda. La inflación “viejo vizcacha”, del pícaro especulador de poca o de gran monta, uno de los males de Argentina, debe ser urgentemente problematizado. Y, de la misma forma, en el debate no puede estar ausente el rol del Banco Central y el control del sector bancario local.

4. La movilización del ahorro generado durante la pandemia desvela a europeos y norteamericanos. En general, la baja correlación entre el ahorro y la inversión productiva es un rasgo sobresaliente del neoliberalismo y no sólo desde la pandemia.
Para Argentina el debate fundamental es, más bien, la retención del ahorro en el país. Históricamente, el país sufrió una sangría constante del excedente generado internamente. La fuga de capitales, las inversiones financieras en el exterior, los enormes pagos de intereses, regalías, servicios del capital extranjero y el turismo emisivo no son un problema de hoy, pues nos remontan al menos hasta el siglo XIX. ¿Pero cómo resolverlo? La experiencia histórica muestra que no es un problema de falta de alternativas rentables o exceso de impuestos. La enorme desigualdad en la distribución del ingreso es una muestra cabal de ello. Por el contrario, las épocas en las que se impuso un control de cambios técnicamente bien estructurado (a veces incluso propuesto y ejecutado por economistas liberales de la elite, como Federico Pinedo) dejaron en claro que no puede prescindirse de tal herramienta. Y luego, un programa de desarrollo de las fuerzas productivas debe canalizar el ahorro retenido hacia las actividades prioritarias.

5. Otra tarea hercúlea es hoy el cobrarle impuestos a las firmas transnacionales. Especialmente en la economía de plataforma, la prestación de determinados servicios y los flujos de dinero se dislocan espacialmente. Empresas como Uber no necesitan tener una filial en un determinado país para operar. Pero si carecen de una base espacial, es dificil cobrarle impuestos. Esto genera una enorme disparidad y distorsión en el tratamiento a empresas locales, multinacionales “tradicionales” y plataformas. Recuperar el poder del Estado sirve, entre otras cosas, para lograr acuerdos con otros estados que permitan establecer pautas claras y equitativas de tributación. En esta materia, Argentina es parte de un debate más amplio.

6. Muchas empresas saldrán de la pandemia arrastrando una gran crisis interna y su supervivencia estará supeditada a la asistencia del Estado. ¿Qué criterios deben establecerse? Lo que en Francia se perfila como un debate áspero, en Argentina es un problema concreto. ¿Con qué criterio debe el Estado ayudar a empresas que distribuyen masivamente beneficios, tienen enormes fortunas en paraísos fiscales, golpean sobre salarios y empleo y aumentan desmedidamente los precios? Está claro que si el Estado, con un celebrado criterio social, ayuda a empresas en peligro, debe exigir el mismo criterio social por parte de los asistidos, medible en parámetros concretos que no deben soslayarse. La AUH exige vacunación y vuelta al cole. La asistencia a empresas en crisis no debería ser diferente.

7. El mundo del trabajo cambia aceleradamente. La crisis del Covid, sin embargo, deja experiencias altamente contradictorias. ¿Exige la recuperación un esfuerzo adicional para compensar las pérdidas? ¿O la experiencia de un trabajo más racional, más asociado a criterios sociales y ambientales y al avance de nuevas tecnologías nos coloca en el momento justo para una drástica reducción de la jornada de trabajo?
Para Argentina, el combo exige reflexionar sobre el enorme desempleo que se venía gestando desde 2015 y que con el Covid se incrementó drásticamente. Exige pensar también la distribución funcional del ingreso. Exige, en fin, resolver la endémica precariedad laboral.

8. ¿Un ingreso básico universal? En el debate europeo, la cuestión de la renta básica universal juega un papel muy relevante. Muchos analistas insisten en la idea de que un ancla como la RBU permite sortear shocks externos y crisis manteniendo una estabilidad relativa mucho mayor. Eso, además de que quien tiene vocación de pintor puede por fin realizarse.
Sin embargo, también es cierto que un justificativo para la introducción de una RBU es la distribución regresiva del ingreso y los problemas de empleo. En última instancia, la RBU vendría a compensar de manera muy débil los problemas del sistema. Si esto es así, el debate debería virar hacia la necesidad de un cambio profundo del sistema, y no la introducción de paliativos como la RBU. Eso, independiéntemente del modelo que se utilice para su financiación.

9. Hasta allí el oráculo. Pero los debates europeos y franceses no agotan la paleta de temas que, hacia adelante, deberá resolver Argentina. Entre ellos, aparece la necesidad de retomar el proceso de industrialización. Y allí el debate, curiosamente, se parece mucho a algunos desafíos que el avance chino le plantea a los países desarrollados: la conveniencia (o no) de establecer prioridades sectoriales específicas, al estilo de las viejas “industrias industrializantes” de las que hablaba el economista francés Gerard De Bernis en los años 70. Nos ocuparemos de esa discusión próximamente en este blog.

10. La transformación de la estructura productiva exige también revisar los criterios con los que se establece la relación con el ambiente. El modelo extractivista que ha tendido a predominar como base productiva está dejando una terrible secuela ambiental, cuya reversión, en el mejor de los casos, llevará décadas. Los laxos criterios de minería a cielo abierto o a cajón cerrado con fracking, las fumigaciones masivas con agroquímicos, la emisión de gases sin control son la punta visible de un iceberg contra el que ya hemos chocado. ¿Pero cuál es el camino de salida de ese modelo?
Por supuesto, el despliegue planificado de otras prioridades es parte de la solución. Pero, paralelamente, un control más estricto del respeto a las normas y una internalización de los costos ambientales y sociales (por ejemplo con un impuesto a los agroquímicos) son caminos perentorios.

11. La pandemia volvió a mostrar por enésima vez con crudeza la precaria condición de las viviendas de una porción considerable de la población. La cuestión no es nueva. Desde los toldos de cuero de la pampa del siglo XVIII a los conventillos del siglo XIX o a las villas que se desplegaron a comientos del siglo XX, una parte de la población vive en condiciones inaceptables. El desafío en este terreno condensa como ninguno los cambios simultáneos que debe transitar el país.
La cuestión de la vivienda no se resuelve sin abordar el empleo, la distribución del ingreso y la precariedad. No se resuelve tampoco sin un programa de viviendas masivo. No se resuelve sin una transformación espacial del aparato productivo que desconcentre parte de la población. Pero esto abre también el desafío de un nuevo sistema de transportes.
¿Debe un programa de viviendas servir de palanca a la concentración de la producción de materiales, de empresas constructoras y de inmobiliarias? ¿O es preciso, por el contrario, encontrar nuevas formas de trabajo colectivo por fuera de los parámetros del mercado? ¿Es, al estilo de la última propuesta de Eric Wright, el inicio de un desmonjae del capitalismo?
Finalmente, el problema de la vivienda no se resuelve sin desanudar el mercado financiero y romper con la economía financiarizada especulativa. El dólar no es ajeno a la crisis habitacional.

12. Finalmente, la pandemia nos abrió la caja de pandora de un nuevo modelo educativo, científico y tecnológico. A tientas, Argentina se enfrenta a los desafíos de una digitalización de la educación con una población que no tiene un acceso masivo a herramientas digitales. El descuido estructural en la formación docente, los salarios magros y la infraestructura deficiente chocan contra la necesidad creciente de una educación acorde a las necesidades de un modelo de desarrollo acelerado. La ciencia y la tecnología se debaten entre la falta estructural de recursos, los desafíos concretos y la demanda creciente de articulación con los sectores productivos.

Visto en conjunto, el camino por delante parece más complejo que sostener el mundo, ocuparse de las yeguas de Diómedes o capturar al can Cerbero. Sin embargo, la crisis derivada del Coronavirus ha separado las aguas con mayor claridad, mientras polarizaba todavía más las fuerzas de los diferentes sectores sociales. En ese particular contexto, el planteo de los debates de fondo resulta, paradójicamente más sencillo. Lo que no hace mas fácil las soluciones.

1 comentario:

  1. Hola Andrés, es muy interesante lo que planteás y quizás sirva para ordenar el debate. Personalmente espero que, al menos, se ponga sobre la mesa el sentido que tiene, por un lado, el Estado como motor de la economía y, por otro, la implementación o no de determinados impuestos (con respecto a esto último creo que su finalidad es la de redistribuir riqueza y también la orientación de las inversiones).

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