El
mundo se ha visto sorprendido con el lanzamiento de un nuevo cohete
tripulado,el SpaceX, hacia la estación espacial internacional. No
es, por supuesto, la primera vez que ocurre, pero sí la primera en
la que algunas empresas privadas adquieren un papel tan notorio. Los
diarios recogen como moraleja lo histórico del momento: comienza la
era en la que vacacionar en el espacio infinito será posible. Por
supuesto, solo para menos del 0,5% de la población.
¿Pero
esa es la lectura principal que debe hacerse? ¿Es eso lo relevante?.
En las próximas líneas sostendremos lo contrario.
En
realidad, lo importante para la discusión son, en este caso, las
líneas de continuidad y no las de ruptura. Si Elon Musk es capaz de
vender escaleras al cielo, y si Goyo Pérez Companc le compra una, no
importa demasiado para la humanidad. Lo que sí importa es el
conjunto de cambios tecnológicos que el lanzamiento presupone. Y, en
especial, el contexto en el que esos cambios se producen.