Uno
de los aspectos más ásperos en las discusiones sobre el desarrollo
es el que concierne a la financiación. Está claro que es necesario
invertir en “fierros”, en maquinaria e infraestructura para
fomentar la producción. Salvo que el modelo a seguir sea India y
sólo interese el software y Bolliwood (o Pampawood), como decía una
vicepresidenta de hace muchos años.
Para
eso, se necesitan recursos, naturalmente. Y es común que en países
subdesarrollados, emergentes, en desarrollo, periféricos,
dependientes o como quieran llamarles, ese es uno de los talones de
Aquiles. Por eso, la inversión es débil y la brecha frente a los
países desarrollados (o como quieran llamarles) se agranda. ¿De
donde pueden salir, pues, esos recursos?
Una
solución, asumiendo que internamente la acumulación es débil, es
recurrir al “ahorro externo”, es decir, endeudarse o atraer
inversores. El primer camino parecería, luego de nueve defaults y
varias crisis de la deuda intermedias, una alternativa muy riesgosa
para Argentina. El segundo camino, atraer inversiones, implica
generar condiciones para que los capitales extranjeros gocen de
rentabilidad extraordinaria y puedan salir cuando se les de la gana.
Por supuesto, todos sabemos como se “construye” la rentabilidad
y, por lo tanto, sería esta una alternativa plausible sólo en
sectores puntuales o bajo condiciones muy particulares.
La
pregunta del millón (o de los 84 millones), es si Argentina
efectivamente carece de recursos suficientes. Desde hace muchos años,
quien escribe estas líneas (y, por supuesto, muchos otros
economistas) viene sosteniendo que el gran problema de muchos países
subdesarrollados en general y de la Argentina en particular no es la
falta de recursos. El excedente que genera nuestra economía no es
bajo. El problema es que se esfuma!
El
comercio exterior como fuga de capitales
Todo
este largo blabla para resaltar dos acontecimientos que han ocurrido
esta semana y que merecen ser destacados con doble negrita. El
primero es la investigación de sobrefacturación de importaciones.
El
mecanismo es tan sencillo de explicar como difícil de detectar. Una
empresa argentina compra del exterior productos a un precio mayor que
el de mercado. O bien lo hace directamente, o lo triangula con una
casa comercial (que puede dirigir ella misma), que compra a precio
“normal” y revende más caro. Una variante, vinculada
generalmente a empresas extranjeras, es inflar los “precios de
transferencia”. Cuando un laboratorio canadiense, por ejemplo, le
vende una droga a su filial en Buenos Aires y le cobra mucho más
caro que el costo de producción, está sacando el excedente que
genera en Argentina. Este tipo de maniobras, además de fugar
recursos, suele contribuir a distorsionar impuestos, en castellano: a
evadir. Y, por supuesto, se trata de maniobras que denotan un
comportamiento corrupto por parte de algunos empresarios que luego
protestan por la corrupción gubernamental. Sepamos, cuando se habla
de corrupción, que no sólo es un sayo que le cabe a algunos
políticos y funcionarios públicos.
A
raíz de ello, el gobierno estudia reforzar los controles en las
importaciones, pero también en las exportaciones. Es que,
simétricamente, se suele subfacturar las exportaciones, declarando
un monto inferior al efectivamente percibido. Mire usted la lista de
exportadores y encontrará allí algunos indicios de donde poner la
lupa…
Se
afanaron un PBI…
La
avejentada consigna antikirchnerista puede ser aplicada a la realidad
efectiva si uno usa el prisma adecuado. El Banco Central acaba
de publicar un jugoso informe, que vale la pena leer completo
(http://bcra.gov.ar/Noticias/publicacion-de-informe-mercado-cambios-deuda-2015-2019.asp).
Allí
se pone de manifiesto la importancia de la fuga de capitales tanto en
la formación de la deuda externa como el la filtración de enormes
excedentes hacia el exterior del sistema, que con una política
adecuada serían una monumental palanca al desarrollo.
En
resumidas cuentas, el informe sostienen que:
- Durante la fase de ingreso de capitales comprendida entre diciembre de 2015 y principios de 2018, aproximadamente 8 de cada 10 dólares que ingresaron al país desde el exterior tenían su origen en colocaciones de deuda y capitales especulativos.
- A lo largo de todo el período, la formación de activos externos (FAE) de los residentes (la fuga de capitales) se triplicó, superando los USD 86.000 millones. Aún durante la primera fase de auge e ingreso de capitales, la formación de activos externos de los residentes alcanzó los USD 41.100 millones. En la etapa de aceleración de salida de capitales, a partir de mayo de 2018, la FAE alcanzó los USD 45.100 millones.
- La fuga de capitales presenta en el período una notable concentración en unos pocos actores económicos. Un reducido grupo de 100 agentes realizó compras netas por USD 24.679 millones. Por su parte, la FAE de los 10 principales compradores explica USD 7.945 millones. Al diferenciar entre personas humanas y personas jurídicas, se observa que apenas el 1% de las empresas que resultaron compradoras netas, adquirió USD 41.124 millones en concepto de formación de activos externos. En el caso de las personas humanas, tan sólo el 1% de los compradores acumuló USD 16.200 en compras netas durante el período.
- Tras una severa crisis cambiaria, la aplicación del control de cambios a fines de octubre de 2019 resultó una herramienta efectiva para mitigar la “fuga de capitales” en un contexto de extrema volatilidad macroeconómica.
Algunos
datos del informe permiten inferir que la constante histórica que
asuela a Argentina desde hace por lo menos medio siglo se ha
mantenido: Los depósitos que un puñado de argentinos mantiene en el
exterior oscilan
en torno al valor del producto bruto interno de un año completo.
Complementando con los datos de los informes de Panama Papers,
Paradise Papers y la denuncia del ex ejecutivo del JP Morgan, Hernan
Arbizú, así como los informes que miembros de la OECD le enviaron a
la AFIP
en
el marco de un
acuerdo de intercambio de información tributaria (950
cuentas radicadas fuera del país por
unos 2.600
millones de dólares),
le ponen nombre y apellido a quienes se llevaron un PBI. No era
necesario
excavar con topadoras!!!
¿Y
entonces que hay que hacer?
Las
políticas a implementar son complejas. Sin embargo, hay tres puntos
de partida insoslayables y determinantes.
En
primer lugar, es necesario desbaratar las maniobras ilegales tales
como la evasión impositiva. Por eso, un estricto control por parte
de la AFIP en el marco de una reforma tributaria profunda en busca de
progresividad es clave para frenar el drenaje de recursos y sumarlos
al desarrollo, sobre todo en el campo del comercio exterior.
El
segundo punto queda insinuado en el informe del Banco Central: el
control en los flujos de capitales es el punto nodal de una política
de desarrollo. La libre circulación de capitales ha mostrado para
Argentina su faceta más perversa, incluso en los momentos de
estabilidad. No es casual que en los años de auge la fuga sea tan
intensa como en los de crisis. Históricamente, la fuga no responde a
un supuesto miedo a políticas populistas. También durante la etapa
del modelo agroexportador, cuando las elites se aferraban al control
político por mecanismos de restricciones electorales y fraude, la
fuga era igual de intensa! Como en muchos países desarrollados, debe
ser ilegal fugar recursos sistemáticamente y el control debe ser,
además, severo.
En
tercer lugar, la polarización del ingreso no ha demostrado
fortalecer la acumulación, sino todo lo contrario. La pobreza en
Argentina no es otra cosa que la contracara de la riqueza más
aberrante. Por lo tanto, una distribución más equitativa del
ingreso dejará menos margen para acumular recursos financieros
fugables, fortaleciendo el mercado interno y, de esa forma, las
condiciones reales de una política de desarrollo de las fuerzas
productivas.
Con
ese tríptico se puede avanzar luego en otros tópicos más
estructurales. Recursos para ello habrá. La cuestión central es
contar con el poder político para implementar lo que debe hacerse.
Excelente nota !. Lo único que me da alguna duda es que creo que la fuga y las maniobras de sobre y subfacturación se producen porque a los gobiernos de variado signo les encanta la ensoñación que produce el tipo de cambio barato... Con tipo de cambio realista se reduce notoriamente la fuga y se evita tener que poner controles draconianos que son fuente de corrupción y terminan no funcionando. Y obviamente un plan claro para salir del subdesarrollo... ����
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